Bertha Rodríguez S.
Una tarde inesperada
Descubres rostros
Que no nunca antes
Habrías encontrado.
Están ahí indiferentes,
Entre los espejos
Que reflejan
Lo que es aceptablemente
bello.
Aún así, los rostros
De los diferentes
-existen-
más allá de la voluntad
De los creadores privilegiados,
Porque habitan realidades
Que algunos niegan
Al no mirarlos
-Pero-
Ahí están los rostros
De antes.
Como una
Maldición buena
Que los persiguirá
Por todos los tiempos.
Porque son rostros
Con corazón.
Están en cada esquina,
Y dentro de cada vehículo
Que transita hacia
La rutina del existir.
Van a pie, dirigiéndose
A la salvación efímera,
Caminando a la redención
De ser persona.
“Excuse me while I kiss the sky”,
se disculpa Jimy Hendrix
desde una tienda de discos perdida entre
los mercados de objetos,
cosas que muchos buscan ávidamente
porque poseerlas los valida.
En este lugar donde las realidades
Y mundos se cruzan, entremezclan
Y separan como fibras de verdades.
La luz del atardecer es suficiente
Para estallar desde dentro
Una y muchas veces.
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